Pasaron las festividades por Navidad y Año Nuevo y quedó una sensación de conquista. El Trébol le dijo “No a la pirotecnia” y la madrugada de los festejo fue silenciosa y en paz.
Claro, algunos podrán decir que hubo algunas explosiones, y puede que así sea, pero en la gran mayoría de los lugares esas detonaciones que tanto daño causan, fueron prácticamente nulas.
Y esto no es casualidad, es producto de la educación, el trabajo de concientización y el entendimiento de la comunidad, que hacer sufrir al otro, por mera diversión, no tiene sentido.
No fue fácil llegar a este punto, poder hacer cumplir la ordenanza Nº 1139 que declara a esta ciudad libre de “territorio libre de pirotecnia”, sin ningún negocio habilitado para la compra y apostando a la conciencia de la ciudadanía.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero el fin de año que apenas pasó con respecto a otros años fue en silencio, sintiéndose la alegría de la gente, el choque de copas y la tranquilidad de muchas familias al saber que sus seres queridos también pudieron disfrutar del 24 o del 31 sin tener que estar encerrados en una habitación con miedo y desesperación.
Prohibir el uso de pirotecnia no es caprichoso. Las personas con autismo y trastornos similares, los adultos mayores, las personas enfermas, los niños y animales, padecen los estruendos de la pirotecnia. Sienten temor y pánico, y durante mucho tiempo sus Navidades e inicios de años no fueron buenos, al contrario, fueron tristes y desesperantes, en lugares aislados, lejos de un brindes y una ronda familiar.
Desde el Gobierno Municipal se apuesta a seguir manteniendo la conciencia, tener noches de silencio y celebrando de otra manera. En este 2018 se demostró que se puede festejar sin pirotecnia.